La Paradoja de El Mentiroso ( o de Epimnides, o del Cretense )

La Paradoja de El Mentiroso ( o de Epimnides, o del Cretense )
La Paradoja de El Mentiroso ( o de Epimnides, o del Cretense )

autor.: cejuanjo

Remitido el 10-04-12 a las 05:31:17 :: 6376 lecturas


La palabra paradoja significa contrario a la opinión y en filosofía identifica a aquellas proposiciones que engendran una contradicción en si mismas. Dentro de las paradojas quizá una de las más conocidas es la de Epiménides, llamada del Cretense o en términos más descriptivos la del Mentiroso. Según ella Epiménides afirma que todos los cretenses mienten. Pero Epiménides es cretense. Por lo tanto Epiménides miente si y sólo si dice la verdad y dice la verdad si y sólo si miente. La doctrina simplifica esta paradoja mediante el postulado Miento.


 


¿Miente o no miente Epiménides? Históricamente esta paradoja ha venido recibiendo distintas soluciones. Nosotros vamos a proponer nuestra propia tesis.


 


De entrada se da por hecho que todos los cretenses mienten. Y no sólo eso. De entrada se da asimismo por hecho que todos los cretenses mienten siempre. No ha existido en la historia ningún pueblo que haya mentido siempre y por tanto Epiménides parte de una premisa falsa. A partir de ahí la conclusión a la que se llegue por fuerza ha de ser falsa también. Y así lo evidente cuando Epiménides dice que miente no es que mienta si no que está faltando a la verdad. Porque la verdad es que a veces miente y a veces no, como todo hijo de vecino. Incluso como todo hijo de vecino cretense. En resumidas cuentas que a donde lleva la paradoja no es a otra cosa que a la incoherencia de las afirmaciones con carácter absoluto.


 


En segundo lugar lo que debe cuestionarse no es tanto el contenido de la afirmación que hace el filósofo entrando en el juego capcioso de la recíproca y simultánea confrontación entre esas verdad y mentira que se excluyen y se implican necesariamente si no en la viabilidad del lenguaje como medio adecuado para esa reflexión. Así la respuesta ante alguien que dice simplemente miento no puede encontrarse aplicando las mismas reglas semánticas. Las mismas reglas de relación entre la palabra y el significado que de ordinario se siguen en los procesos lógicos habituales. No es casualidad que estas paradojas reciban asimismo el nombre de paradojas metalógicas.


Paradojas que por lo demás sólo pueden subsistir si previamente no se ha dicho nada. Por ejemplo si Juan dice miento sin más resultan aplicables las contradicciones que suscita la paradoja del Cretense. Pero si a Juan se le pregunta si se llama Juan su miento no tendría el mismo efecto. Porque si Juan dice la verdad y le preguntamos si se llama Juan dirá que se llama Juan y si Juan no dice la verdad y le preguntamos si se llama Juan dirá que no se llama Juan.


 


Finalmente el efecto positivo de las paradojas es que al inducirnos a diferenciar los significados artificiales de algunas expresiones nos llevan a cuestionar críticamente las expresiones mismas. Y así de igual manera que la metalingüística contribuye al conocimiento y a la mejora del uso del lenguaje, la metalógica contribuye al conocimiento y a la mejora del uso de la lógica.

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